El códice Voynich

Ya pasaron cinco siglos, ya han muerto
Los que echaron el cerrojo y se llevaron la llave,
Pero los signos y dibujos desfilan
Como un petulante carnaval secreto
Frente a los ojos expertos. ¿Qué traman
Todavía esas páginas,
Mientras una corte de criptólogos
Se postra ante el enigma?
¿Cuántos planes se ciernen en esas hojas,
Que detallan con aparente precisión botánica
Los aspectos sutiles y preciosos de nervaduras,
Tallos, raíces medicinales? La farmacopea
Se torna amenazante así, como si acechara,
O peor aun: como si diese gritos cifrados
Que la raza moderna se niega a escuchar.
Ya han muerto
Los que escribieron el libro y articularon la clave.
Ahora empiezan a morir
Los que no pueden leerlo.
Maldito códice, que arroja sobre nosotros
El veneno de la duda, sin avisar
Que será difícil hallar un antídoto.

© Fernando G. Toledo

(2012, inédito) A propósito de un artículo recientemente publicado en The Times Literary Supplement.


Nota:
En 1912, Wilfrid Voynich compró un manuscrito de 234 páginas escrito en un idioma desconocido. «Los intentos de descifrar el manuscrito Voynich han sido numerosos en el último siglo. Uno de los más decididos fue el del gran criptólogo norteamericano William Friedman, que puso a varios grupos de expertos a trabajar en ello en los años cuarenta y sesenta. Sin éxito. El códex está ahora en Yale, y los estudiosos han logrado determinar que fue escrito en la segunda mitad del siglo XV, pero nadie ha podido entender allí ni una sola palabra» (Javier Sampedro, en El País, 5 de agosto de 2003).

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