Tensión entre suavidad y densidad


Por Horacio Castillo (h) (*)

Querido Fernando:

Verdaderamente quería escribirte porque al leer tu libro Mortal en la noche sentí primeramente una gran afinidad, pero sobre todo (creo que es lo que importa) disfruté un libro muy bueno de poesía, cosa que no es muy habitual de encontrar. Hay superproducción de poesía y de poetas y encontrar un libro que uno lea y relea no es fácil. 

Cuando te digo «afinidad» me refiero a cierto tono, un clima que recorre el libro, y que suele ser lo que me atrapa en una primera lectura. También la forma de construir un poema que se resuelve poéticamente al final, como si fuera una pequeña historia que permite entrever una densidad más allá de la anécdota que elijas para construir el poema: «Por eso extraigo de lo rutinario, / Una anécdota trivial y sublime» como dice [el poema] Hybris. Eso más allá es la posición del poeta frente al mundo, frente al acto de escribir o frente a alguna situación cotidiana que le dispara algo que quiere apresar, hacerla bella, un gesto en el universo «contra algo que se mueve en la noche». Ese algo que tironea los poemas hacia cierta oscuridad luego de que los poemas comienzan a andar suavemente. 

Me gusta esa tensión entre cierta suavidad y un giro que parecen tener los poemas hacia algo más denso. Suavidad no es liviandad, se entiende, ¿no? Ese «algo en la noche», es algo que perturba y a la vez potencia la creación. Debe de ser eso que los poetas ven o creen ver en la oscuridad de su cabeza. Eso es lo que hace el poeta, un Gesto en el universo.

Cada poema del libro tiene eso, y me gustó, una resolución, una imagen de algo que se escapa para ser apresado y que al final del poema se cierra de alguna manera:

«El sueño, lo mudo,
La prolija putrefación,
O esto que se escribe,
O por fin la noche»
(esto me gustó mucho, «la prolija putrefacción» de Schumann al caer la tarde).

Como en Cabeza reducida, no se puede evitar la presencia de la muerte y su transformación en un poema. Entre otros que te mencionaré, este poema me gustó mucho y me hizo acordar que en la biblioteca de mi viejo siempre miraba un libro que él tenía de Barros Prado, a quien alguna vez le hizo una entrevista, el libro se llamaba Yo viví con los jíbaros.

También está este poema: Y los vuelve a abrir. Un poema bellísimo, un bella ternura poética.

A veces tengo la idea que un buen libro de poesía, si tiene tres o cuatro poemas buenos, está salvado y uno debe darse por satisfecho: esa poca cantidad salva un libro. Encontrar un libro entero que te guste es bastante difícil. Realmente la poesía no es fácil y la capacidad creadora de los mortales rara vez permite encontrarse con libros donde cada poema te invite a releerlo. Así me ha pasado con tu libro.

Son sólo reflexiones que hago en voz alta, no tengo capacidad de crítico ni mucho menos y tampoco me interesa ese lugar, es sólo transmitirte las impresiones generales que me produjo leerte, así, sencillamente como lector.


Te dejo unas notitas brevísimas [en cursivas] sobre algunos versos, son en los que he sentido con más peso según mi sensibilidad. Reconozco que la poesía que trae algo de oscuridad me gusta. (Disculpame este formato de asociaciones libres, cualquier otra cosa que agregue implicaría escribir el poema que vos escribiste).


Aquí no hay nada

De pronto es de noche y aquí no hay nada,
Ni un breve recuerdo para el futuro (...)
(y la nada el poeta la quiere llenar con palabras)
Enero por la ventana

(Que algo cambie o algo siga igual,
Que algo tenga su propio resplandor (...)

(una plegaria de salvación)

Documento de identidad

(...)De frases y de gestos, de todo lo que no quiero
Dar ni recibir, de cosas que no conseguiré (...)
(Todo lo que nos falta y que no somos ni seremos)

Una serpiente

(...) Hay huellas y pasos por todas partes
Pero no conducen a ningún lado.
¿Quién soy? Y más aun: ¿quién el que escribe?
(El desconocimiento sobre uno mismo)

Caza mayor y menor

(...) Persiste igual la tenaz cacería, 
Que toma la forma reconocible
De algún recuerdo que no deseabas,
O tan sólo de tu voz interior
Que es también una peste
Y que ahora te alcanza.
(la peste que acecha dentro de nosotros  mismos)

Forma original 

De improviso el cuarto ha reconquistado
Su forma original.(...)
Cada baldosa, cada mueble,
Cada cuadro mal colgado en el muro
Parece gemir en sus poros muertos (...)

(El cuarto, la casa, los objetos, son también mis obsesiones, mis objetos muertos)


La errata

(...) Pero hay también una sombra
Y un poco más allá, ininteligible, el resto
De la entera noche que comienza.

(¿qué hay más allá? La oscuridad)

Después de Debussy

 (...) El puesto de absurdo escriba de la nada (...)
(El poeta)

Autodefinido

(...) morder las palabras que un padre
Y su hijo deben ir encontrando
Para por fin mirarse, y entenderse.

(Padres e hijos...)

Café y manzanas 3

(...) Parado sobre el mismo filo, pero ya
Oscuro y lleno de gusanos,
Sin nada por morder o tragar.
(¿Qué decir sobre Giannuzzi?)


Mapa de situación

(...) dejarse olvidar,
Por todo cuanto sucede fuera del cuarto,
Del cuerpo, de una vida disuelta
Por el óxido lento de los días.

(La sensación de extrañeza frente al mundo allá afuera)


Cabeza reducida

(...) Peinando con primor la cabellera
Como un genuino escultor de la carne (...)

(Lo inexplicable de la poesía, hacer de la muerte un artefacto bello)

Los comulgantes

(Tenía un viejísimo poema que se llamaba Los flagelantes escrito a partir de una película de Bergman)

Oficio y artificio


(...) Palabras o morfina contra el tiempo (...)

(Me gustó mucho este verso, las palabras dan vida, la morfina adormece)


Juego humano: 1/La tierra

El último año que no has vivido
Acaba de terminar (...)
Afuera el verano
Resquebraja los viñedos,
Afuera hay una verdad de cosas
Que viven, que mueren, que no
Te necesitan.
(Quizás los poetas sean escribas de la nada, con algo de peste dentro, o sólo jueguen con las palabras).

Gracias por el libro y por tu amistad.


(*) Carta personal al autor.

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